Definición de oratoria.
La Real Academia de la Lengua
define a la oratoria como el “arte de hablar con elocuencia; de deleitar,
persuadir y conmover por medio de la palabra”.
Para nosotros es el conjunto de
principios y técnicas que permiten expresarnos, principalmente de manera oral,
con claridad, facilidad y sin temores, ante un público numeroso y variado, con
la intención de transmitir un determinado mensaje.
La palabra oratoria tiene dos
sinónimos de uso frecuente: retórica y elocuencia. El primero proviene del
griego “rhétor” (orador), “arte del bien decir, de embellecer la expresión de
los conceptos, de dar al lenguaje escrito o hablado la eficacia adecuada para
deleitar, persuadir o convencer” y el segundo, “facultad de hablar o escribir
de modo eficaz para deleitar, conmover y persuadir”
Historia de la oratoria
Sin duda los que más han aportado
son los griegos y los romanos y prueba de ello son los tratados de Aristóteles
(Arte retórica), Cicerón (De la invención, Del orador y De la perfección
oratoria) y Quintiliano (Instituciones oratorias)
Pero en nuestro Perú también
existe un pasado sobre lo que es el arte de hablar en público. Desde épocas
preincaicas, según los cronistas e historiadores, se hizo uso activo de la
expresión oral en el territorio actual de nuestro país, no solo para transmitir
ideas o pensamientos, sino para preservar la propia “historia” de los pueblos
del Tahuantinsuyo; en algunos casos, a través de los amautas y en otros, por
medio de los quipucamayos.
La expresión oral en una sociedad
ágrafa se convertía más que un arte en una imperiosa necesidad para preservar
el pasado, la cultura, los conocimientos y la tecnología. A través de la
transmisión oral, de generación en generación, se comunicaban infaliblemente
mitos, leyendas y tradiciones para su perpetuación y difusión. De esta manera
nos explicamos como un pueblo sin escritura pudo conquistar gran parte del
territorio sudamericano y enseñorearse culturalmente sobre él. Indudablemente
la oratoria de aquellos tiempos era completamente diferente a la usada hoy.
En la época de la Conquista la
retórica hispánica se orientó principalmente a insuflar valor a las huestes
invasoras para que pudieran enfrentar con valor al más colosal de los ejércitos
americanos. Las palabras de Pizarro, exhortando a sus hombres en la Isla del
Gallo constituyen tal vez, uno de los discursos más antiguos pronunciados por
estas latitudes. Asimismo, los discursos de los funcionarios de la Corona
exhortando a los antiguos peruanos a someterse al Rey de España, constituían
discursos formales que prologaban, muchas veces, cruentas incursiones
genocidas.
En la época de la Colonia surge
lo que bien podríamos llamar “primeros oradores profesionales”. Su labor más
característica era la de componer extravagantes y rimbombantes discursos para
saludar la llegada de un nuevo virrey. El pueblo entero, con los oradores a la
cabeza, partía hacia el Callao para escuchar la disertación que, por turnos,
hacían estos señores. Eran piezas de retórica apologética, plagada de elogios
que hacían a un personaje que si siquiera conocían.
Durante la gesta emancipadora,
los peruanos, es decir de aquellos que se identificaban con la tierra donde
habían nacido iniciaron jornadas independentistas para liberarse del yugo
español. Estos precursores e ideólogos de la independencia se valieron tanto de
sus escritos como de sus encendidos discursos, para inflamar la vena política y
crear ese sentimiento de rebeldía y nacionalismo que permitió, años después, la
independencia nacional.
Durante las luchas por la
independencia, los caudillos militares supieron inflamar de valor a sus huestes
con bizarros discursos militares, inculcando a través de sus palabras el amor a
la patria americana y el valor y coraje para desligarse de la metrópoli
española. Aun hoy se escuchan en nuestros oídos, las palabras vibrantes del
Generalísimo don José de San Martín al exclamar: “El Perú es libre e
independiente por la voluntad general de los pueblos y de la causa que Dios
defiende…” ¡Viva la patria! ¡Viva el Perú!
Con el advenimiento de la
República, la oratoria se convierte en instrumento aglutinador y forjador de la
identidad nacional. Como medio de transmitir ideas, pensamientos y doctrinas,
comienza a ser utilizados por los primeros presidentes del Perú; Manuel Pardo,
Nicolás de Piérola y Augusto Leguía y por supuesto por los políticos más
destacados; con su verbo radical y sus nuevas doctrinas filosóficas, pretenden
crear conciencia para la creación de un nuevo Perú. Entre ellos tenemos a
Manuel González Prada y a Haya de la Torre.
En épocas contemporáneas resaltan
las figuras del arquitecto Fernando Belaúnde Terry quien usaba las palabras con
propiedad, eran un llamado constante a la defensa de los valores democráticos.
Alan García Pérez dueño de una oratoria torrencial y apasionada que muchas
veces cae con facilidad en la demagogia y el dramatismo oratorio.
Alberto Fujimori es una persona
carente de dotes oratorios, pero ese detalle parecía no importarle porque
“otros” eran sus métodos para convencer a sus oyentes, Alejandro Toledo
Manrique, es un destructor de las normas del buen hablar; sus alocuciones son
una mezcla de español e inglés mal hablados y fuera de cualquier contexto
lingüístico a decir de sus críticos prima en él una predilección irrefrenable
hacia mitomanía.
Clasificación de la oratoria
Según el tema y el ámbito
profesional
a) Oratoria social. Llamada
también oratoria sentimental, ceremonial o augural. Es la que tiene por ámbito
propio, las múltiples ceremonias en las que le toca participar al ser humano en
general; sean estas en el hogar, comunidad o a nivel institucional, académico o
laboral.
b) Oratoria pedagógica. Es el
arte de transmitir conocimientos y cultura general a través de la palabra
hablada. Llamada también didáctica o académica. Su objetivo específico es
enseñar, informar y/o transmitir conocimientos. Usada por los profesores,
catedráticos y educadores.
c) Oratoria forense. Es la que
tiene lugar en el ejercicio de la ciencia jurídica. Se le conoce también como
Oratoria Judicial y es utilizada en exclusiva, en el ámbito de la
jurisprudencia para exponer con claridad y precisión los informes orales de los
jueces, fiscales y abogados.
d) Oratoria política. Su esencia
es exponer o debatir todas las cuestiones relacionadas con el gobierno de la
actividad pública, pero partiendo de los principios e ideas políticas que
ostenta el orador. Es utilizada en épocas electorales para persuadir y
convencer a los votantes.
e) Oratoria religiosa. Denominada
homilía u oratoria sacra. Es el arte de elaborar y disertar sermones a partir
de la palabra de Dios, plasmada en la Biblia u otros libros religiosos. Trata
asuntos de fe y religión. Usada por los predicadores, curas, pastores y
misioneros.
f) Oratoria militar. Es la oratoria
propia del ámbito castrense tiene por objeto instruir la defensa y el amor por
la patria y estimular las virtudes heroicas en los soldados. Los discursos en
este tipo de oratoria son casi siempre leídos, pocas veces son espontáneos.
g) Oratoria artística. Su
objetivo es producir placer estético. Involucra crear belleza con la voz, de
modo que regocije el espíritu de los oyentes. Es usado por cantantes y artistas
teatrales, cineastas y televisivos. Asimismo lo utilizan los animadores,
maestros de ceremonia y locutores radiales.
h) Oratoria empresarial. Llamada
“Management Speaking” es usada por los hombres de negocios, empresarios,
gerentes, vendedores y relacionistas públicos. Su esencia lo constituyen las
relaciones humanas y la persuasión, para lograr el cumplimiento de los fines y
objetivos empresariales.
Según la actitud de comunicación
del orador.
Cuando el orador se encuentra en
actitud de comunicación oral con sus semejantes, puede transmitir su mensaje de
dos maneras: en forma individual; cuando solo él hace uso de la palabra para
dirigirse hacia un grupo de personas que lo escucha sin intervenir o, en forma
cooperativa; cuando un grupo de oradores de forma alternada se dirigen al
público buscando entre todos, a través de la discusión, una opinión o decisión
común.
En el primer caso la oratoria es
individual y entre sus formas más clásicas encontramos:
La conferencia
Discurso conmemorativo
Discurso inaugural
Discurso de presentación
Discurso de bienvenida
Discurso de ofrecimiento
Discurso de aceptación
Discurso de aceptación
Discurso de agradecimiento
Discurso de despedida
Discurso de augurio
Discurso de sobremesa
El brindis
Discurso fúnebre
Discurso radiado
Discurso televisado
En el segundo caso se denomina
deliberativa o de grupo y entre sus formas más saltantes encontramos las
siguientes:
La conversación
La entrevista
La asamblea
La mesa redonda
El simposio
El debate
El foro
El cónclave
Importancia de la oratoria
En el año 450 a.C el pensador
ateniense Pericles acuñó magistralmente la frase: “El que sabe pensar pero no
sabe expresar lo que piensa, está en el mismo nivel del que no sabe pensar”,
frase inmortal que hoy cobra alarmante vigencia pues al verificar las
estadísticas, comprobamos que en nuestro medio, son escasas las personas que
tienen la habilidad de hablar con efectividad y firmeza, a fin de transmitir
sus pensamientos e impresiones sin que el miedo les paralice el cuerpo, cuando
están frente al público numeroso y variado.
En nuestra condición de
instructores de oratoria, podemos asegurar que hablar en público no es algo
imposible o inalcanzable, la facultad elocutiva requiere como cualquier otra
facultad del hombre, cultivo y educación. Tengamos presente que una persona que
no sepa expresarse correctamente ante los demás, está condenada a fracasada a
ser relegada a un plano inferior, en cambio los que si dominan el arte de la
elocuencia están destinados a sobresalir y a triunfar en todas las esferas de
su vida.
El arte de la palabra oral se ha
constituido paulatinamente y a través de los siglos en un patrimonio cultural
sin dueños ni fórmulas mágicas, de tal forma que ha sido conceptualizada
acertadamente como “el arte de hablar en público” toda vez que el orador es un
artista que combina armoniosamente, ademanes, gestos, expresión verbal y
corporal, encausando todo ello a cumplir cabalmente los fines que ella
conlleva, es decir, persuadir, educar, conmover y agradar.
Fines de la oratoria
Persuadir. Implica convencer a
otras personas de que nuestras opiniones e ideas son las correctas y moverlas a
la acción de acuerdo con ellas. Involucra también la motivación para que otros
realicen lo que el en el fondo muchas veces quieren hacer. Es el caso del
vendedor que busca por medio de la persuasión que los clientes se sientan
motivados a comprar sus productos o servicios. La persuasión se orienta a la
voluntad de los receptores, por ello podemos decir que es la actividad de
convencer a nuestros semejantes para que tomen una decisión o hagan una acción
determinada.
Enseñar. Comprende la acción de
transmitir a los alumnos o discípulos, conocimientos y cultura general a través
de la palabra hablada. Esta transmisión pedagógica se realiza en sesiones
académicas, debates o incluso, en una plática común. Aquí la oratoria se
orienta a la inteligencia de los receptores, su propósito es comunicar no sólo
las noticias cotidianas sino, va más allá, transferir conocimientos de todo
tipo por medio de un emisor y/o profesor, ya sea de manera formal; en los
centros de enseñanza de diferentes niveles o, ya sea de manera informal, esto
es en el hogar, la calle o la comunidad.
Conmover. Involucra provocar por
medio de la oratoria, determinados sentimientos, pasiones y emociones en el
espíritu de las personas que escuchan nuestras palabras. El ser humano en la
vida diaria llora, ríe, se asusta, se encoleriza, etc. Es decir, experimenta
emociones. Estas emociones también las puede crear un orador a través de sus
palabras siempre y cuando estas lleguen a la fibra interna del público oyente.
Si logramos conmover a nuestro público podemos cautivarlo y comunicarle
satisfactoriamente nuestros sentimientos.
Agradar. Es crear belleza con la
palabra hablada; es decir, producir en el alma ajena un sentimiento de placer
con fines determinados. La oratoria como entretenimiento se orienta al campo
del sentimiento. Por eso, cuando leemos un libro de chistes o espetamos un
programa humorístico, sentimos que perdemos todo contacto con la realidad,
reímos y nos alegramos. Cuando escuchamos a un cantante, su voz, o nos agrada o
nos desagrada, lo mismo ocurre con un conductor radial al momento de hablarnos
románticamente con su voz impostada.