lunes, 19 de agosto de 2013

El arte de hablar en público

Definición de oratoria.
La Real Academia de la Lengua define a la oratoria como el “arte de hablar con elocuencia; de deleitar, persuadir y conmover por medio de la palabra”.
Para nosotros es el conjunto de principios y técnicas que permiten expresarnos, principalmente de manera oral, con claridad, facilidad y sin temores, ante un público numeroso y variado, con la intención de transmitir un determinado mensaje.
La palabra oratoria tiene dos sinónimos de uso frecuente: retórica y elocuencia. El primero proviene del griego “rhétor” (orador), “arte del bien decir, de embellecer la expresión de los conceptos, de dar al lenguaje escrito o hablado la eficacia adecuada para deleitar, persuadir o convencer” y el segundo, “facultad de hablar o escribir de modo eficaz para deleitar, conmover y persuadir”
Historia de la oratoria
Sin duda los que más han aportado son los griegos y los romanos y prueba de ello son los tratados de Aristóteles (Arte retórica), Cicerón (De la invención, Del orador y De la perfección oratoria) y Quintiliano (Instituciones oratorias)
Pero en nuestro Perú también existe un pasado sobre lo que es el arte de hablar en público. Desde épocas preincaicas, según los cronistas e historiadores, se hizo uso activo de la expresión oral en el territorio actual de nuestro país, no solo para transmitir ideas o pensamientos, sino para preservar la propia “historia” de los pueblos del Tahuantinsuyo; en algunos casos, a través de los amautas y en otros, por medio de los quipucamayos.
La expresión oral en una sociedad ágrafa se convertía más que un arte en una imperiosa necesidad para preservar el pasado, la cultura, los conocimientos y la tecnología. A través de la transmisión oral, de generación en generación, se comunicaban infaliblemente mitos, leyendas y tradiciones para su perpetuación y difusión. De esta manera nos explicamos como un pueblo sin escritura pudo conquistar gran parte del territorio sudamericano y enseñorearse culturalmente sobre él. Indudablemente la oratoria de aquellos tiempos era completamente diferente a la usada hoy.
En la época de la Conquista la retórica hispánica se orientó principalmente a insuflar valor a las huestes invasoras para que pudieran enfrentar con valor al más colosal de los ejércitos americanos. Las palabras de Pizarro, exhortando a sus hombres en la Isla del Gallo constituyen tal vez, uno de los discursos más antiguos pronunciados por estas latitudes. Asimismo, los discursos de los funcionarios de la Corona exhortando a los antiguos peruanos a someterse al Rey de España, constituían discursos formales que prologaban, muchas veces, cruentas incursiones genocidas.
En la época de la Colonia surge lo que bien podríamos llamar “primeros oradores profesionales”. Su labor más característica era la de componer extravagantes y rimbombantes discursos para saludar la llegada de un nuevo virrey. El pueblo entero, con los oradores a la cabeza, partía hacia el Callao para escuchar la disertación que, por turnos, hacían estos señores. Eran piezas de retórica apologética, plagada de elogios que hacían a un personaje que si siquiera conocían.
Durante la gesta emancipadora, los peruanos, es decir de aquellos que se identificaban con la tierra donde habían nacido iniciaron jornadas independentistas para liberarse del yugo español. Estos precursores e ideólogos de la independencia se valieron tanto de sus escritos como de sus encendidos discursos, para inflamar la vena política y crear ese sentimiento de rebeldía y nacionalismo que permitió, años después, la independencia nacional.
Durante las luchas por la independencia, los caudillos militares supieron inflamar de valor a sus huestes con bizarros discursos militares, inculcando a través de sus palabras el amor a la patria americana y el valor y coraje para desligarse de la metrópoli española. Aun hoy se escuchan en nuestros oídos, las palabras vibrantes del Generalísimo don José de San Martín al exclamar: “El Perú es libre e independiente por la voluntad general de los pueblos y de la causa que Dios defiende…” ¡Viva la patria! ¡Viva el Perú!
Con el advenimiento de la República, la oratoria se convierte en instrumento aglutinador y forjador de la identidad nacional. Como medio de transmitir ideas, pensamientos y doctrinas, comienza a ser utilizados por los primeros presidentes del Perú; Manuel Pardo, Nicolás de Piérola y Augusto Leguía y por supuesto por los políticos más destacados; con su verbo radical y sus nuevas doctrinas filosóficas, pretenden crear conciencia para la creación de un nuevo Perú. Entre ellos tenemos a Manuel González Prada y a Haya de la Torre.
En épocas contemporáneas resaltan las figuras del arquitecto Fernando Belaúnde Terry quien usaba las palabras con propiedad, eran un llamado constante a la defensa de los valores democráticos. Alan García Pérez dueño de una oratoria torrencial y apasionada que muchas veces cae con facilidad en la demagogia y el dramatismo oratorio.
Alberto Fujimori es una persona carente de dotes oratorios, pero ese detalle parecía no importarle porque “otros” eran sus métodos para convencer a sus oyentes, Alejandro Toledo Manrique, es un destructor de las normas del buen hablar; sus alocuciones son una mezcla de español e inglés mal hablados y fuera de cualquier contexto lingüístico a decir de sus críticos prima en él una predilección irrefrenable hacia mitomanía.
Clasificación de la oratoria
Según el tema y el ámbito profesional
a) Oratoria social. Llamada también oratoria sentimental, ceremonial o augural. Es la que tiene por ámbito propio, las múltiples ceremonias en las que le toca participar al ser humano en general; sean estas en el hogar, comunidad o a nivel institucional, académico o laboral.
b) Oratoria pedagógica. Es el arte de transmitir conocimientos y cultura general a través de la palabra hablada. Llamada también didáctica o académica. Su objetivo específico es enseñar, informar y/o transmitir conocimientos. Usada por los profesores, catedráticos y educadores.
c) Oratoria forense. Es la que tiene lugar en el ejercicio de la ciencia jurídica. Se le conoce también como Oratoria Judicial y es utilizada en exclusiva, en el ámbito de la jurisprudencia para exponer con claridad y precisión los informes orales de los jueces, fiscales y abogados.
d) Oratoria política. Su esencia es exponer o debatir todas las cuestiones relacionadas con el gobierno de la actividad pública, pero partiendo de los principios e ideas políticas que ostenta el orador. Es utilizada en épocas electorales para persuadir y convencer a los votantes.
e) Oratoria religiosa. Denominada homilía u oratoria sacra. Es el arte de elaborar y disertar sermones a partir de la palabra de Dios, plasmada en la Biblia u otros libros religiosos. Trata asuntos de fe y religión. Usada por los predicadores, curas, pastores y misioneros.
f) Oratoria militar. Es la oratoria propia del ámbito castrense tiene por objeto instruir la defensa y el amor por la patria y estimular las virtudes heroicas en los soldados. Los discursos en este tipo de oratoria son casi siempre leídos, pocas veces son espontáneos.
g) Oratoria artística. Su objetivo es producir placer estético. Involucra crear belleza con la voz, de modo que regocije el espíritu de los oyentes. Es usado por cantantes y artistas teatrales, cineastas y televisivos. Asimismo lo utilizan los animadores, maestros de ceremonia y locutores radiales.
h) Oratoria empresarial. Llamada “Management Speaking” es usada por los hombres de negocios, empresarios, gerentes, vendedores y relacionistas públicos. Su esencia lo constituyen las relaciones humanas y la persuasión, para lograr el cumplimiento de los fines y objetivos empresariales.

Según la actitud de comunicación del orador.

Cuando el orador se encuentra en actitud de comunicación oral con sus semejantes, puede transmitir su mensaje de dos maneras: en forma individual; cuando solo él hace uso de la palabra para dirigirse hacia un grupo de personas que lo escucha sin intervenir o, en forma cooperativa; cuando un grupo de oradores de forma alternada se dirigen al público buscando entre todos, a través de la discusión, una opinión o decisión común.
En el primer caso la oratoria es individual y entre sus formas más clásicas encontramos:
La conferencia
Discurso conmemorativo
Discurso inaugural
Discurso de presentación
Discurso de bienvenida
Discurso de ofrecimiento
Discurso de aceptación
Discurso de aceptación
Discurso de agradecimiento
Discurso de despedida
Discurso de augurio
Discurso de sobremesa
El brindis
Discurso fúnebre
Discurso radiado
Discurso televisado
En el segundo caso se denomina deliberativa o de grupo y entre sus formas más saltantes encontramos las siguientes:
La conversación
La entrevista
La asamblea
La mesa redonda
El simposio
El debate
El foro
El cónclave

Importancia de la oratoria
En el año 450 a.C el pensador ateniense Pericles acuñó magistralmente la frase: “El que sabe pensar pero no sabe expresar lo que piensa, está en el mismo nivel del que no sabe pensar”, frase inmortal que hoy cobra alarmante vigencia pues al verificar las estadísticas, comprobamos que en nuestro medio, son escasas las personas que tienen la habilidad de hablar con efectividad y firmeza, a fin de transmitir sus pensamientos e impresiones sin que el miedo les paralice el cuerpo, cuando están frente al público numeroso y variado.
En nuestra condición de instructores de oratoria, podemos asegurar que hablar en público no es algo imposible o inalcanzable, la facultad elocutiva requiere como cualquier otra facultad del hombre, cultivo y educación. Tengamos presente que una persona que no sepa expresarse correctamente ante los demás, está condenada a fracasada a ser relegada a un plano inferior, en cambio los que si dominan el arte de la elocuencia están destinados a sobresalir y a triunfar en todas las esferas de su vida.
El arte de la palabra oral se ha constituido paulatinamente y a través de los siglos en un patrimonio cultural sin dueños ni fórmulas mágicas, de tal forma que ha sido conceptualizada acertadamente como “el arte de hablar en público” toda vez que el orador es un artista que combina armoniosamente, ademanes, gestos, expresión verbal y corporal, encausando todo ello a cumplir cabalmente los fines que ella conlleva, es decir, persuadir, educar, conmover y agradar.
Fines de la oratoria
Persuadir. Implica convencer a otras personas de que nuestras opiniones e ideas son las correctas y moverlas a la acción de acuerdo con ellas. Involucra también la motivación para que otros realicen lo que el en el fondo muchas veces quieren hacer. Es el caso del vendedor que busca por medio de la persuasión que los clientes se sientan motivados a comprar sus productos o servicios. La persuasión se orienta a la voluntad de los receptores, por ello podemos decir que es la actividad de convencer a nuestros semejantes para que tomen una decisión o hagan una acción determinada.
Enseñar. Comprende la acción de transmitir a los alumnos o discípulos, conocimientos y cultura general a través de la palabra hablada. Esta transmisión pedagógica se realiza en sesiones académicas, debates o incluso, en una plática común. Aquí la oratoria se orienta a la inteligencia de los receptores, su propósito es comunicar no sólo las noticias cotidianas sino, va más allá, transferir conocimientos de todo tipo por medio de un emisor y/o profesor, ya sea de manera formal; en los centros de enseñanza de diferentes niveles o, ya sea de manera informal, esto es en el hogar, la calle o la comunidad.
Conmover. Involucra provocar por medio de la oratoria, determinados sentimientos, pasiones y emociones en el espíritu de las personas que escuchan nuestras palabras. El ser humano en la vida diaria llora, ríe, se asusta, se encoleriza, etc. Es decir, experimenta emociones. Estas emociones también las puede crear un orador a través de sus palabras siempre y cuando estas lleguen a la fibra interna del público oyente. Si logramos conmover a nuestro público podemos cautivarlo y comunicarle satisfactoriamente nuestros sentimientos.

Agradar. Es crear belleza con la palabra hablada; es decir, producir en el alma ajena un sentimiento de placer con fines determinados. La oratoria como entretenimiento se orienta al campo del sentimiento. Por eso, cuando leemos un libro de chistes o espetamos un programa humorístico, sentimos que perdemos todo contacto con la realidad, reímos y nos alegramos. Cuando escuchamos a un cantante, su voz, o nos agrada o nos desagrada, lo mismo ocurre con un conductor radial al momento de hablarnos románticamente con su voz impostada.

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