martes, 20 de agosto de 2013

Cualidades del orador

Las cualidades que una persona debe cultivar para realizar buenas exposiciones:

  1. Integridad. El romano Quintiliano insistía en que un buen orador debe ser ante todo, un hombre bueno, luego aclara que los oyentes no separan aquello que dice de la persona que lo dice y la impresión causada por el orador influye en ellos tanto como la exhortación que éste puede dirigirles.
  2. Sinceridad. La virtud propia del orador consiste en el acuerdo perfecto entre el pensamiento y la palabra y dentro de lo posible, entre la palabra y los actos. No diga nunca nada que no crea; no adelante nada de lo que no esté seguro; no afecte una actitud exterior que no esté de acuerdo con lo interior. Que la elocuencia tome fuerza de la energía de tu convicción. Aunque hable con torpeza, un orador sincero despierta la emoción de aquellos que lo escuchan ya que la sinceridad profunda es casi tangible.
  3. Conocimiento. El conocimiento profundo del tema, es decir, el dominio del tema, confiere a la palabra una fuerza expresiva que a veces se vuelve contagiosa, que procura una buena conciencia al que habla y ayuda a aumentar el aplomo.
  4. Seguridad de sí mismo. Esta seguridad debe de ser tanto intelectual como psicológica, ya que guardan una estrecha relación entre sí. Mientras esta confianza no se logra, existe el temor de hablar, temor que se agudiza sobre todo en los instantes mismos de comenzar a hablar. La confianza en sí mismo es la principal acción de sostén para hablar en público.
  5. Voluntad firme y decidida. Para dominar la oratoria como cualquier otra disciplina, hay que aplicar sin desmayo la voluntad con toda su intensidad, voluntad y perseverancia durante el periodo de estudio y preparación. Aunque parezca que el estudio es lento, que no progresemos, no hay que darse por vencidos; el estudio de la oratoria no es cosa de un instante sino de toda la vida.
  6. Destrezas. El orador experto se caracteriza por la facilidad de palabras, equilibrio y control de la voz y la coordinación de los movimientos corporales. Dicho de otra manera consiste  en la habilidad para encontrar palabras apropiadas, organizarlas en frases correctas y disponerlas, enlazándolas unas con otras, en un cierto modo o estilo personal con el fin de comunicar ideas y sentimientos. Estas cualidades junto con la integridad, conocimiento y confianza en sí mismo, realza la eficacia del orador y le permite comunicar sus ideas en forma clara y atractiva. Esta facilidad de expresión se adquiere leyendo y haciendo ejercicios, como si se pronunciara un discurso, aun estando solo. 
  7. Claridad de ideas. Las ideas deben ser fácilmente entendible por los oyentes. Por lo tanto se deben de articular las ideas de una manera lógica y coherente. Los que hablan de manera oscura, incomprensible y esotérica es simplemente porque no tienen las ideas claras.
  8. Memoria. Una excelente memoria ayuda a la oratoria, pues asegura en cualquier momento un manantial de ideas, a las que se puede recurrir en un discurso. Cicerón llama a la memoria "tesoro de todas las cosas", pues la consideraba como una facultades que más favorece al orador puesto que la buena memoria permite evocar en cualquier instante todos los pormenores del asunto. La memoria lenta y perezosa, que exige grandes esfuerzos de concentración y que busca con  frecuencia auxilio de los apuntes distrae y enfría la atención y la emoción de auditorio.
  9. Sensibilidad.Un orador razonador y frío que pronuncia un discurso puramente intelectual es seco y deshumanizado y deja indiferentes a los oyentes. La sensibilidad es la capacidad de conmover ante el espectáculo de la vida y de los hombres de experimentar emociones y pasiones en relación con las cosas, de comunicarnos mediante el corazón. Todo orador ha de saber que los hombres se relacionan más por el corazón que por el cerebro. Un discurso sin emoción no conmueve.

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